Elizabeth Cervantes acusa a cobradoras de “Préstamos del Norte” de allanar su vivienda, llevarse objetos sin orden legal y hostigarla con insultos, todo por una deuda que ella no firmó ni avaló.
Elizabeth Cervantes Carrizales, habitante de la colonia San Francisco en Monclova, denunció un hecho indignante: un grupo de mujeres, supuestas trabajadoras de la financiera “Préstamos del Norte”, entró sin permiso a su casa y se llevó muebles como supuesta garantía de un préstamo que ella nunca solicitó ni autorizó.
El crédito fue solicitado por su pareja, Manuel de Jesús Barajas, por un monto de cinco mil pesos. Sin embargo, solo le entregaron 4,500 en efectivo. A una semana, ya le reclaman ocho mil pesos. Elizabeth aseguró no haber firmado contrato alguno, y mucho menos ofrecer su casa como respaldo.
Los hechos ocurrieron el fin de semana, cuando cinco mujeres llegaron a bordo de un vehículo sin placas. Forzaron la entrada del domicilio y se llevaron una mesita redonda de jardín, una silla y una mecedora. “Se metieron como si fuera su casa. Eso no es cobro, es robo”, señaló la afectada.
Al día siguiente, las mismas mujeres regresaron y arrojaron la mesa en la banqueta. “Les dije que la metieran como la sacaron, porque ni siquiera era mía, era de mi hermano. Me respondieron con burlas y dijeron que era garantía de la deuda de mi pareja”, relató indignada.


Elizabeth afirmó que en ningún momento presentaron orden judicial ni documento alguno que justificara su ingreso. Además, fueron groseras, la insultaron y se burlaron de su discapacidad. Ella necesita un bastón para caminar debido a dos embolias que sufrió, y la situación la dejó emocionalmente destrozada.
Como parte del mismo cobro, a su pareja le retuvieron un anillo de oro valuado en 2,700 pesos, sin entregar recibo o constancia. Ninguna de las acciones fue legal ni justificada. Por eso, Elizabeth acudió a la Fiscalía General del Estado para interponer una denuncia formal.
Su caso destapa las formas abusivas de operar de financieras como “Préstamos del Norte”, que no tienen oficinas en la ciudad y se dicen originarias de Saltillo. Se manejan al margen de la ley, sin transparencia, y con intereses que duplican el monto original del préstamo en pocos días.
Especialistas advierten que este tipo de prácticas caen en el delito de agiotismo, además de sumar posibles cargos por allanamiento y amenazas. Elizabeth pidió a las autoridades que regulen y frenen estos abusos: “No tienen derecho a entrar a tu casa ni a robarte. La ley debe hacer algo”.