Desde el momento en que asomó al balcón del Vaticano y se anunció el “Habemus papam”, el mundo comenzó a conocer a León XIV: amante del ceviche, el cabrito, el béisbol… y de corazón dividido entre Perú y Chicago. Un Pontífice que ya rompe moldes desde su historia personal.
Robert Francis Prevost, nacido en 1955 en Chicago, fue misionero en Perú durante décadas y se naturalizó peruano en 2015. El nuevo papa no solo habla español con fluidez, también saborea el arroz con pato y disfruta recordando al “pueblo fiel” de Chiclayo, donde fue arzobispo y dejó parte de su alma.
Fanático declarado de los Medias Blancas, su elección como papa desató un simpático debate beisbolero en su ciudad natal. Su hermano John confirmó a la prensa local que nunca fue de los Cachorros, pese a que el estadio Wrigley Field publicó en broma: “ES UN FANÁTICO DE LOS CUBS”. Nada más lejos.
León XIV también es seguidor del club Alianza Lima y de la selección peruana de fútbol, que ahora reza por un milagro para clasificar al Mundial. “La fe tiene nuevo capitán”, escribió la federación peruana. Entre bromas y plegarias, la afición espera que la bendición llegue al balón.
El nuevo Pontífice también es un apasionado del tenis. En una entrevista en 2023, lamentó no haber podido jugar desde que dejó Perú. “Espero con ansias volver a la cancha”, dijo entonces. Aunque ahora sus raquetas tal vez deban esperar, su energía parece inagotable, incluso bajo el sol romano.
En su juventud, Prevost estudió matemáticas y fue jardinero en una parroquia de Filadelfia. De podar arbustos a conducir a la Iglesia Católica, su historia emociona. “¿No es extraordinario? El papa trabajaba aquí”, comentó el arzobispo Nelson J. Pérez, entre sonrisas y orgullo. Así empezó el viaje de León XIV.
